domingo, 19 de mayo de 2013

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sábado, 11 de mayo de 2013

Introducción

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(José Hilario López)

Lo recuerdo bien, sé como sucedió, y si bien paso hace ya algún tiempo, mis recuerdos están intactos. Algunas historias para ser contadas requieren, de algunas otras para ser entendidas; y es que para poder contar la historia de Policarpa Salavarrieta debo contar la historia de la Nueva Granada y por su puesto la historia de su familia.

Antes de la Pola

Toda historia remite a sus raíces, y la historia de la Pola no es excepción. Joaquín Salavarrieta, era el padre de Policarpa quien se desempeñaba en ese tiempo como miliciano, de la insurrección Comunera junto a José Antonio Galán.

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Barco de guerra español


Para ese tiempo los impuestos tenían grandes alzas que el pueblo debía pagar, para que la corona española pudiera financiar la guerra con Inglaterra. La gente del común se mostró inconforme con las alzas en los impuestos; los comerciantes de la nueva granada también se sintieron afectados y aunque el pueblo se alzó, realizando motines en contra del gobierno, más esto no fue suficiente. Basto un día, para que la insatisfacción de una ciudadana fuera suficiente para encender los ánimos. En la mañana de mercado del 16 de marzo de 1781, Manuela Beltrán en un acto de rebeldía arranco los edictos que anunciaban las nuevas alzas en los estancos del tabaco y el aguardiente, su voz se escuchó al decir:

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Manuela Beltrán rompiendo el edicto
“Viva el rey, abajo el mal gobierno”,
“No queremos pagar la armada de Barlovento”

Desde ese momento, se conformó un movimiento armado en contra de las políticas españolas. En Zipaquirá se redactaron las capitulaciones para abolir los impuestos, sin embargo, aunque el pueblo granadino había ganado una batalla, aún era necesario ganar la guerra para lograr la libertad. Aunque la insurrección de los comuneros fue un desafío al poderío español; la corona empezó una campaña de persecución, aprensión y ejecución, de los líderes de la revuelta. Con los españoles pisándoles los talones, Joaquín el padre de la Pola, se vio obligado a emprender la huida de Socorro, Santander, a Guaduas, Cundinamarca; Allí decide cambiar su oficio y empieza a desempeñarse como agricultor.

La Familia Salavarrieta

Transcurrieron algunos años, en los cuales Joaquín conoció a Mariana Ríos Chamorro, quien sería su esposa, su relación se formalizo el 6 de Septiembre de 1786, cuando contrajeron nupcias en Moniquirá, Boyacá. La familia de la Pola era numerosa, no contaba con un hermano sino con 9: algunos de sus hermanos nacen en Guaduas, María Ignacia Clara nace el 12 de agosto de 1789, José María de los Ángeles nace el 1 de agosto de 1790, Catarina nace en 1787 no sé sabe con exactitud el día ni el mes y Eduardo nace el 1 de noviembre de 1792, Francisco Antonio 26 de septiembre 1798. Al ser una familia de tradición esperaron a que sus hijos varones se hicieran mayores, para mudarse a Santafé, es así que en el año de 1798 se mudan en busca de una mejor educación para sus hijos mayores. Para albergar a su familia Joaquín compró una casa de “tapia baja”, en el barrio de Santa Bárbara.

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Casas coloniales

La familia de la Pola viajaba constantemente a Guaduas, para vigilar de cerca los negocios que allí mantenían, en aquellas idas y venidas, nacieron: José María (sin fecha); José Ignacio Ramón, el 31 de Diciembre de 1794, Vicente Bibiano María, el 3 de Diciembre de 1801; y Gregoria Apolinaria o Apolonia. La fecha de nacimiento de la Pola es algo incierta, ya que su nacimiento está rodeado de rumores, parloteos y chismes, que dicen, que quizás la heroína nació el 26 de enero de los años: 1792, 1793 o 1796. La falta de su partida de bautismo es la verdadera causa del misterio; cuentan los rumores que el nacimiento de la Pola es el resultado de un “desliz” de Don Joaquín, lo que sin lugar a dudas, hace más interesante y misteriosa su vida. También, se menciona que la partida de bautizo fue arrancada del libro donde se encontraba, para ocultar asuntos familiares; también cuentan que un incendio quemó los registros bautismales; si bien, en éste momento no tiene mucha forma la historia de la Pola; pero, poco a poco se forjará la historia de la gran heroína de la Nueva Granada.

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Árbol genealógico de los Salavarrietas

La Vida de la Pola Toma Rumbo

En el año de 1802, los acontecimientos tomaron su rumbo; Santafé fue azotada por una de las pestes de viruela más devastadoras. La enfermedad se llevó consigo a Joaquín y a Mariana junto a dos de sus hijos, María Ignacia y Eduardo, hermanos mayores de la Pola. Es aquí donde la familia se disuelve, los dos varones, llamados José María entran como frailes al convento de los Agustinos calzados, José Ignacio Ramón y Francisco Antonio se van a trabajar a una finca en Tena, dejando a Catarina a cargo de los pequeños Policarpa y Bibiano. 

Con el fallecimiento de los padres, es ejecutado el testamento dejado por Don Joaquín, quien si bien no era rico, tenía lo suficiente para vivir muy bien. Una vez cumplido el testamento, la casa que habitaron en Bogotá fue clausurada por estar contaminada de viruela; Catarina encargada de cuidar de Bibiano y la Pola, decide que lo mejor es volver a Guaduas, en donde son acogidos por Margarita Beltrán su madrina de bautismo; tal vez, el nombre de Margarita no sea muy conocido, basta decir, que es la hermana de Manuela Beltrán.


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Guaduas era una ruta frecuentada por comerciantes

Con el tiempo, Catarina decide desposarse con Domingo García, juntos se encargan de cuidar de La Pola y su hermano menor. La pequeña Pola demuestra ser una niña muy despierta. Margarita madrina de los hermanos Salavarrieta, aboga para que la pequeña sea aceptada en el convento de la soledad de los padres franciscanos, donde aprende a leer y a escribir, a tocar la guitarra y a cantar, también aprende historia y las doctrinas españolas. 

Su inquietud por adquirir conocimiento la lleva a descubrir el origen de su apellido: conoce que el apellido Salabarrieta proviene de Solabarrieto, apellido vizcaíno que significa de la nueva heredad; conoce la historia de fundación del convento de la soledad; y las vicisitudes del padre Tomás de Morales en su empeño por buscar a don Benito Sánchez, para convencerlo de ceder a la orden franciscana, parte de los terrenos en los que se construiría el convento; a la Pola, le gustaba mucho oír esta historia porque oírla era recordar el origen de Guaduas. Como toda pequeña niña; la Pola era inquieta, disfrutaba al salir del convento, porque podía jugar con los otros niños, y pasear disfrutando de la naturaleza y los jardines que ofrecían diversidad de frutos a los lugareños.

La Pola de Joven

El pueblo de Guaduas era muy conocido, por comerciantes o viajeros que normalmente pasaban por allí, puesto que era una ruta muy comercial, aquellos visitantes que frecuentaban el pueblo de Guaduas y a quienes la noche sorprendía en el pueblo, aún sin terminar sus negocios, debían buscar refugio en el convento, en la casa de los Virreyes o en las casas del camino. Como los hospedajes se ocupaban muy rápido dejando algunos viajeros sin un lugar para dormir; Catarina y su esposo Domingo decidieron acondicionar la casa para huéspedes, siguiendo así la tradición de su padre Joaquín al dar albergue a quien lo necesitara. 

La Pola, siendo ya una señorita empieza a desempeñarse en las labores de la casa ayudando a atender a los huéspedes; también, acondicionó una pequeña parte de la casa para dar clases de escritura a los niños; poco a poco, seguía desarrollando nuevas habilidades, como corte y confección, clases que le fueron dictadas por la señorita Cañizares una mujer humilde, de ascendencia española. 


Algunas veces, Margarita Beltran, su madrina, le contaba a la Pola historias sobre la vida de su padre Joaquín; quien estuvo en la revolución, trabajando al lado del caudillo José Antonio Galán. Le narraba los acontecimientos, que suscitaron, después de firmar el acuerdo de las capitulaciones de Zipaquirá con los españoles. El caudillo José Antonio Galán, al igual que Joaquín, su compañero y amigo, temían que los españoles no cumplieran con las capitulaciones; marcha al occidente a interceptar las comunicaciones entre Santafé y Cartagena. Después de vencer al enemigo que lo persigue, viaja a Guaduas, donde es apoyado por aquellos que fabricaban cigarrillos y aguardiente, para seguir su camino hacia Mariquita donde da libertad a los esclavos de las minas de Malpaso, declarando abolida la esclavitud. Las sospechas fueron ciertas, los españoles incumplieron el acuerdo y tras perseguir a los comuneros, atrapan a Galán junto con los principales dirigentes de la revuelta el 13 de febrero de 1782, donde fueron apresados y condenados a muerte. Después de su muerte, Galán fue descuartizado, como escarmiento a todo el ejército comunero; sus restos terrenales fueron repartidos a todas las ciudades de la Nueva Granada, en donde provocó la rebeldía del pueblo contra la corona española. A Guaduas fue llevada la cabeza del héroe, allí se cuenta que fue puesta en una jaula de madera a la entrada de la villa, en un madero de gran altura y en la parte más pública, su rostro quedo mirando perdidamente hacia Charalá lugar de su nacimiento. 

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Pola a los 12 años

Al escuchar la historia de los comuneros, la joven Pola se siente muy orgullosa, ya que conoce la causa que fue defendida por su padre; también se siente impresionada por las acciones de los españoles al cometer un crimen tan atroz contra Galán. Éste fue un momento inspirador en la vida de nuestra heroína, ya que motivada por el ejemplo de su padre, decide seguir sus pasos. Su curiosidad la lleva a aguzar su oído al atender los huéspedes de la casa, al escuchar las conversaciones de los viajeros descubre una realidad vibrante en la nueva granada. Son muchos los promotores de la libertad, Antonio Nariño arriesga su cuello al traducir en clandestinidad la declaración de los derechos del hombre, avivando la inconformidad del pueblo; en todas partes se reparten panfletos clamando una revolución, se crean fuerzas guerrilleras en contra de la opresión.

A los 12 años, la Pola es ya toda una señorita, alta esbelta, de aspecto ágil, todo esto adornado con una sagaz inteligencia. Una mañana de mercado del año de 1808, la pequeña joven conoce a los hermanos Sabaraín: Alejo y Leandro. Entre Alejo y La Pola nace una buena amistad, Alejo intenta visitarla con frecuencia. La joven estaba muy atenta a la información que pudiese llegar a ser relevante incluso de las conversaciones con el joven Sabaraín. 

Las veladas en la casa de huéspedes eran amenizadas por la Pola que cantaba y tocaba la guitarra. Con su grupo de amigas cintureras bailaban y ensayaban los pasos de baile para las fiestas; la joven Pola bailaba de maravilla el torbellino, el bambuco y la polca, eran bailes enseñados e inculcados como costumbres de la época. Además, de pasar muy buenos ratos, las mujeres fabricaban sombreros de paja; sabían enrollar cigarros perfumados, zurcir encajes de filigrana; también, elaboraban confituras, preparaban la horchata y la naranjada que los sábados se mostraban en la Plaza Mayor.

Grito de Independencia

Llegaron vientos de cambio, Camilo Torres es elegido como asesor del cabildo Santafereño, al poco tiempo llegó el grito de independencia; por fin, los americanos expulsarían a los Chapetones de la nueva granada. Los españoles huyeron hacia Cartagena, por temor a las represalias de los criollos furibundos. Entre los españoles que huyeron estaba el virrey Amar y Borbón quien en su viaje se hospeda junto a su esposa, en Guaduas, precisamente en la casa de las hermanas Salavarrieta. Fue inevitable que nuestra joven e intrépida heroína no cruzara algunas palabras con los virreyes; al hablar con la virreina, expresó sus ideas sobre porqué las naciones, deben regirse por cuenta propia, demostrando su patriotismo. La virreina quedó eclipsada con la inteligencia de la Pola; al despedirse, de la joven, la mujer no podía imaginarse que sus palabras serian un augurio:

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La Pola y la virreina conversando
“Cuídate mucho, Polonia, eres muy joven y bella; los tiempos son difíciles. 
No vayas a precipitarte a un final trágico.”

Junto al cambió también vinieron momentos difíciles y de escasez, la difícil situación hace que la Pola, que ya es una señorita, decida mudarse a Santafé, para trabajar como costurera. Al llegar a la ciudad su emoción creció más cuando supo que estaría cerca de sus dos hermanos José maría, a quienes veía solo en navidad, estos habían optado por ser centralistas partidarios y seguidores de Antonio Nariño. 

En 1812, la Pola es recibida en la casa de Doña María Matea Martínez Zaldúa y Plaza, esposa del doctor Manuel María Martínez Zaldúa y Plaza, amigo de los Salavarrieta, quienes le tenía gran aprecio a la Pola, por sus buenos modales e inteligencia, es contratada como niñera y dama de aguja; la dulce personalidad que tenia, en conjunto a su habilidad como costurera, le abría, la puerta de más de una casa en la ciudad de Santafé, donde era gustosamente recibida por las señoras. Cuando la familia Zaldúa viajaba a Honda, la Pola aprovechaba este tiempo para ir a Guaduas a visitar a sus hermanos.

La Patria Boba

Después del grito de independencia vino una etapa muy difícil para la historia colombiana, La Patria Boba; así llamada despectivamente por los conflictos y las numerosas guerras civiles que surgieron. La confrontación entre Centralistas y Federalistas, desató la anarquía, estos fueron los años más difíciles para la naciente república. 

La Pola encuentra en un periódico noticias sobre sus amigos "en la parte oficial se recomienda a los hermanos cadetes Leandro y Alejo Sabaraín por su valor y heroísmo" los jóvenes son alentados a seguir en el ejercito, gran alivio para la Pola al saber que sus amigos se encontraban en buenas condiciones. En 1813, Alejo llega a Santafé enfermo de tifo, con la esperanza de encontrar la cura; el militar es acompañado por unos cuantos soldados que como estrategia quieren alertar a Nariño, sobre los movimientos de la corona española, al mando del general Morillo, para reconquistar Cartagena y luego el resto de la Nueva Granada. Alejo encuentra la manera de contactar a la Pola, para contarle todos los acontecimientos ocurridos dentro de la guerra. 

En el mes de Marzo de ese mismo año, la Pola conoce a los hermanos Almeyda quienes le ayudan a cuidar de Alejo. Nuestra heroína busca la manera de conseguir dinero y apoyar al ejército republicano, es así como decide trabajar durante un mes con doña Bárbara Romero, destilando de manera clandestina aguardiente a partir de plátanos. 

El mes de Junio Alejo se curó y logró volver al ejército, donde trabajó en el adiestramiento de nuevos milicianos para la campaña al sur; esta campaña inició el 23 de Septiembre de ese mismo año; en esta oportunidad, lo acompañan al campo de batalla Bibiano Salavarrieta, y Domingo García. La Pola deseo ser hombre en ese momento, para seguirlos, así que decidió unirse a los ejércitos auxiliares.


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La Pola destilando aguardiente en un alambique
Doña Matea, aunque no acepto su decisión, no permitió que le negaran la posibilidad; sin embargo, es el mismo Nariño quien no permite a la joven entrar a los ejércitos auxiliares, pues dicto una ley en la cual las mujeres no eran permitidas en los ejércitos. A pesar de la prohibición, las mujeres se ingeniaron la forma de llegar al mismo lugar donde tenían que ir los soldados. Años después el general Bolívar manifestó que era imposible evitar que las voluntarias siguieran el ejército y que encontraran un encanto en la vida militar.


Al no ser admitida en el ejército auxiliar, la Pola vuelve a Guaduas para permanecer al lado de su hermana; el tiempo que pasó allí, lo empleo siendo maestra. En 1815, Guaduas es tomada por los españoles, a pesar de todo, ella siguió siendo fuerte luchando en la oposición, seguía colaborando con la causa patriótica de la manera que pudiese.

Llega el Pacificador

No habiéndose terminado los conflictos internos, la corona española, envía un contingente con más de 15.000 soldados experimentados en la guerra, comandados por Pablo Morillo. La ciudad de Cartagena luchó fuertemente pero desfalleció por el hambre que asolaba a la población. Al final Morillo entro a la ciudad amurallada, no sin antes mostrar sus intenciones, fusilo a varios de los caudillos que habían liderado la resistencia y encarcelo a los pocos que seguían con vida. Morillo llega a Santafé 1816, durante el camino a Santafé generó a su paso una oleada de aprensiones y ejecuciones de todos aquellos que tuvieron que ver con la insurgencia.

Sin embargo al llegar a su destino algunas personas lo reciben con la esperanza de poner fin a las batallas internas del pueblo Granadino, aun sabiendo de su crueldad y de las situaciones ocurridas en Cartagena. Pasado el tiempo de su llegada a Santafé Morillo comienza a tomar poco a poco, el terreno de la nueva Granada, su plan fusilar y exterminar a todos los insurgentes. Para el Pacificador todos eran responsables de la insurrección y merecían la pena de muerte, una buena parte de los miembros de la Expedición Botánica son capturados, fusilados y ahorcados, como también varios personajes importantes de la sociedad granadina.


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Pablo Morillo


En 1816, el brigadier Sámano, a la cabeza de un ejército de 2.000 hombres, se desplazó hacia el norte al encuentro del ejército patriota que contaba con tan solo 770 hombres, llegaron al punto que se conocía como Cuchilla del Tambo, donde se libro la batalla en la cual el ejercito patriota fue derrotado. Entre los prisioneros de batalla se encontraba Alejo Sabaraín, Camilo Torres, y yo por supuesto (Jóse Hilario Lopéz), entre otros, fuimos encerrados en los calabozos de Popayán. La noticia del fusilamiento de Camilo Torres el 8 de Octubre de 1816, llega a oídos de la Pola, escucha que es ahorcado y fusilado, su cabeza es cortada, al igual que la de aquellos que fueron condenados a muerte. La Pola al poco tiempo recibe una carta en la que le informan que alejo ha sido capturado tras la pérdida de la batalla de la Cuchilla del tambo, y ha sido seleccionado para ser fusilado junto otros presos. . El 15 de noviembre de 1816 Morillo se despide de los habitantes del virreinato, no sin antes dejar como predecesor a cargo al general Juan Sámano.


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Sabarín escribiéndole a la Pola

(Jóse Hilario Lopéz) 

Nos hicieron creer a Alejo Sabaraín, a Rafael Cuervo y a mi persona, hasta el último segundo que seríamos fusilados; Alejo Sabaraín para los españoles era inocente, claro a la luz de las leyes militares y no se le pudo inculpar, dejándolo libre el 1 de Julio de 1817, con tanta suerte contó Alejo en esa ocasión que le escribe a la Pola para que se encuentren en Santafé. Mi suerte fue distinta, gracias a que conté con el apoyo de mi tía y abuela, señoras influyentes del pueblo Popayán, que suplicaron por mi salvación ante Sámano, mi libertad sería declarada con la condición que sería guardia de prisión, y de esta manera fui libre. 

La Pola inicia como Espía

En Diciembre de 1816, se presenta en la casa de los Salavarrieta, el coronel patriota José Ignacio Rodríguez, enviado por los Almeyda, para encomendarle a la Pola un trabajo para la patria. Le proponen actuar en Santafé como espía y enlace de los grupos patriotas; el coronel, le entrega un salvo conducto con pasaportes falsos y claras instrucciones de lo que debía hacer en la capital, debía informar sobre las tropas españolas, y conseguir la lista de los patriotas perseguidos. Junto a su hermano Bibiano, la Pola viaja a Santafé en enero de 1817, para huir de amenazas clandestinas, e iniciar su táctica como espía y por supuesto para servir a su patria. Al llegar a Santafé se hospeda en la casa de Doña Andrea Ricaurte de Lozano, conocida como la casa de las treinta y nueve llaves que fue usada como base para dirigir parte de la rebelión. Mientras tanto los hermanos Almeyda pasaban por una serie de juicios, ante las autoridades españolas, logrando sobrevivir por medio de sobornos. 

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La Pola transcribiendo información recibida


La Pola empieza a dirigir las fuerzas rebeldes, manejaba el grupo de espías y de guerrillas que se encontraban en los diferentes pueblos de la Nueva Granada y ayudaba a incorporar nuevas fuerzas para la batalla. El ejército patriota con la colaboración de la información brindada por los espías y de más colaboradores, lograron sorprender y truncar el desempeño del ejército español, como sucedió en Chire el 27 de marzo 1817 cuando el ejercito patriota sorprendió un batallón español que se encontraba dormido, acabando con toda la guarnición, despojándolos de municiones, uniformes y armas; vistieron los uniformes y haciéndose pasar por soldados españoles se apoderaron de Pore la capital de los llanos. Con este tipo de estrategias el ejército patriota logra abarcar y arrebatar los terrenos dominados por los españoles. 



La comunicación que manejaba la Pola, siempre se mantuvo por medio de cartas, cuyos contenidos iban desde información de los movimientos de los españoles, hasta cartas de familiares a los soldados brindando alientos; encargándose también de enviar los dineros suministrados a los ejércitos patriotas. Aprovechando la ventaja de su oficio, como costurera, la Pola aguza el oído en las encopetadas casas de los realistas en búsqueda de información de todo tipo, el éxito de la Pola se debió al anonimato que manejo en Santafé. 


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La casa de la señora Andrea Ricaurte era conocida como la "Casa de las 39 llaves"




Ella se movía en silencio en medio de las casas y si alguien preguntaba, lo único que sabían era que la Pola venía de Guaduas. En la casa de la señora Andrea se realizaban encuentros de las fuerzas patriotas, donde asistían militares criollos y mujeres que al igual que la Pola servían de espías, algunos rumores dicen que las mujeres escondían en naranjas ahuecadas las misivas, su santo y seña era “Vencer o Morir”.

La Captura de la Pola

Para ese entonces Pablo Morillo ya había regresado a su país dejando a cargo de la Nueva Granada a Juan de Sámano, soldado déspota cuya agresividad solo se podía comparar con su falta de tacto. Sámano descubre que los patriotas se reunían y creaban estrategias para ayudar a las guerrillas, con Sámano tan alerta, los patriotas piden que Doña Andrea Ricaurte de mude a una casa más humilde y distante para no crear sospechas, se finiquitan las reuniones patriotas en la casa de Doña Andrea Ricaurte. Por otra parte Sabaraín y sus compañeros son apresados por soldados de Sámano, al pasar por Gachetá; en manos de Sabaraín encuentran papeles que comprometen a Policarpa como traidora y espía. 


Sámano encarga de la búsqueda de Policarpa a Anselmo Iglesias con la promesa de ser ascendido a oficial; Iglesias se obsesiona con la idea de capturar a la desconocida Pola. Una mañana de fusilamientos Iglesias junto con otros soldados entran a la fonda San Bartolomé, allí con unas copas de más, le pegunta a la tendera si conocía a una tal Policarpa Salavarrieta, con el pretexto que uno de los soldados bajo el mando de Sámano gustaba de la joven y deseaba conocerla. La tendera supo decirle que, aunque no la conocía regularmente pasaba por allí su hermano Bibiano, que era la viva imagen de la Pola. Efectivamente, días después Bibiano pasa por la misma calle en donde está ubicada la fonda, entonces Iglesias decide seguir a Bibiano hasta la casa.

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La Pola recibiendo información


Al caer la noche, entre las once o doce, se encontraban Policarpa, Bibiano, y Andrea Ricaurte en la sala hablando, cuando estaban por retirarse a sus aposentos, oyeron un ruido fuerte proveniente del patio de la casa y la cocina, como si alguien hubiese tumbado la puerta, el susto los dejo pasmados tan solo esperaron en silencio, de repente salen soldados del patio que se dirigen a la sala donde se encuentran sentados, entre los soldados se encuentra Iglesias que entra despotricando palabras sin sentido y amenazas, Policarpa ante sus insultos le responde, la señora Ricaurte permanece sentada ante lo que ocurría, pero uno de los suyos le da un golpecito en el pie, de repente ella entiende que los soldados vienen por la Pola y en busca de información que la pueda incriminar, así que corre rápidamente al cuarto de la Pola y alzando el colchón saca los papeles y cartas con información de los patriotas, se dirige a la cocina y los quema, y como Iglesias no conocía la casa ni se dio por enterado que ella se encontraba en la cocina, al regresar trata a Doña Ricaurte de insurgente, a lo cual ella dice que no tiene ni idea que es un insurgente, Iglesias enojado pregunta que por qué razón hospeda a una en su casa, a lo cual dice ella que no sabía que lo fuera, tan solo sabe que es una joven que vino de tierras calientes con su hermano que se encontraba enfermo, y que mucho menos sabia el tipo de gente con la cual ella frecuentaba, pues nunca recibía visitas, esto salva a Doña Ricaurte de ser apresada junto a a Pola y Bibiano, el hermano de la pola fue azotado, y a lo largo de tres días fue dejado en libertad.

El Final de la Pola

(Jóse Hilario Lopéz) 

De todos estos acontecimientos fui testigo, ya que también fui participe del ejército revolucionario… 


”El hecho es que a mí no se me comprendió entre los conspiradores, y hasta hoy admiro de no haber sido denunciado, pues era de los que con más calor y empeño se habían comprometido con los Almeydas, lo que sabían muy bien muchos de los que estaban en juicio y habían tenido la debilidad de hacer denuncia de los demás cómplices.” 

Cuando la Pola es detenida, yo me encontraba trabajando en la cárcel como vigilante de los presos; tenía 18 años para aquel entonces, todo lo que ocurrió respecto a ella lo escribí en mis diarios contándolo todo, así como lo viví, hasta el último día que ella estuvo con vida. 

A pesar de encontrarse en prisión ella siempre tuvo sus ideales muy presentes y nunca desfalleció, aun sabiendo que culpando a sus compañeros podría lograr su libertad, al contrario se comportaba más fiera ante los españoles. 

Entre los prisioneros se encontraba Alejandro Sabaraín, Francisco Arellano, José María Arcos, Jacobo Marufú, Manuel Díaz, José Manuel Díaz, Joaquín Suárez, Antonio Galeano y Policarpa Salavarrieta, al ser prisioneros con pena de muerte, llevaron sacerdotes para realizar los testamentos, de lo poco que pude saber sobre el testamento de Sabaraín, decía afirmar ser oriundo de Honda, y que tenía pequeñas deudas entre ellas incluida la de un zapatero. Su caligrafía era impecable a pesar que estaría pronto por morir, no hizo mención alguna de María Ignacia su novia. Mientras tanto ella cuidaba y velaba por su bienestar, escribía mensajes esperando que Alejo los leyera. El día de su fusilamiento a ella le dio una parálisis de cuerpo entero que la llevo a la muerte días después. 


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La Pola recluída en el calabozo
Mientras pasaban los días a la espera de su fusilamiento, Sabaraín se dirigió a mí diciendo:

-“Que al fin la suerte había querido que muriese después del milagroso escape de Popayán, pero que no me envidiaba, pues él se iba a librar de los tiranos mientras que yo quedaba sufriendo sus rigores y presenciando los sacrificios de sus víctimas; que si por una ocasión extraordinaria yo sobrevivía hasta la restauración de la libertad, me encargara que le vengase como patriota, como amigo y como compañero…”

Realmente me dolió de tal manera su discurso que no pude contener las lagrimas, puesto que él había sido compañero de guerra y de celda; llegamos a ser buenos compañeros, así que, me fui a la capilla para no seguir escuchando su conversación; pero, en ese momento el teniente Manuel Pérez Delgado, que comandaba la compañía, entró en la capilla, se quedó sorprendido al verme llorar, así que me pregunta que estaba ocurriendo, a lo cual le respondí con franqueza:

– Usted no ignora, mi teniente que he sido compañero de capilla en otra ocasión del señor Sabaraín, y por consiguiente no debe extrañar que esos recuerdos me hayan producido sensaciones y lágrimas que usted observa; hágame usted el favor de hacerme relevar de este puesto.

El teniente Delgado oyó mi súplica y tuvo la indecible bondad de hacerme relevar inmediatamente. Con este rasgo y otro que referiré luego, probó que tenía un corazón americano, pues era hijo de la isla de Cuba. Relevado que fui, se me conducía a colocarme en un Angulo del claustro, y al pasar por la capilla donde estaba la Pola, esta que me observo lloroso por más que procuré no ser visto por ella, me dijo:

–“No llore usted, Lopecito, por nuestra suerte, nosotros vamos a recibir un alivio librándonos de los tiranos, de estas fieras, de estos monstruos…” y otras cosas que no alcancé a oír.

El cabo que me conducía exclamó con sospechas:

–“¡Hola! Con que la mujer lo conoce. ¡Y qué brava está! ¡Qué guapa es!”.

Yo repuse simplemente:

–“No es extraño que yo la conozca, pues ella es muy conocida en esta ciudad, pero hacía muchísimo que no la veía”.

Capitulo II

Desde el punto en donde se me situó de centinela podía oír perfecta mente todo cuanto decía la Pola y ver todas sus acciones, pues me hallaba como a diez y seis pasos de distancia de su capilla. Al principio observé que replicaba con algunos sacerdotes que la exhortaban a confesarse y aplacar su ira. Ella les decía en voz alta y con el aspecto en que estaba pintaba la ira, la resolución y el entusiasmo patriótico lo que poco más o menos, es como sigue:


–“En vano se molestan, padres míos; si la salvación de mi alma consiste en perdonar a los verdugos míos y de mis compatriotas, no hay remedio, ella será perdida, porque no puedo perdonarlos ni quiero consentir en semejante idea. Déjenme ustedes desahogar de palabra mi furia contra esos tigres, ya que estoy en la impotencia de hacerlo de otro modo. ¡Con qué gusto viera yo correr la sangre de estos monstruos de iniquidad! Pero ya llegará el día de la venganza, día grande en el cual se levantará del polvo este pueblo esclavizado y arrancará las entrañas de sus crueles señores. No está muy distante la hora en que esto suceda y se engañan mucho a los godos si creen que su dominación puede perpetuarse. Todavía viven Bolívar, Santander, Páez, Monagas, Nonato Pérez, Galea y otros fuertes caudillos de la libertad; a ellos está reservada la gloria de rescatar la patria y despedazar a sus opresores…”



Los padres atónitos se aferraban en hacer la callar, suplicándola que se moderase, que a nada conducían sus imprecaciones; que no era tiempo de pensar en otra cosa que en la salvación de su alma.



–“Bien padres, acepto el consejo de ustedes, a condición de que se me fusile en este instante, pues de otra manera me es del todo imposible guardar silencio en vista de los tiranos de mi patria, y asesinos de tantos americanos ilustres; mil veces repito a ustedes, que en vano me exhortan a la moderación y al perdón de mis enemigos. ¡Qué! ¡Yo les había de dar esta satisfacción! No esperen que me humille hasta ese término; semejante bajeza no es propia sino de almas muy miserables, y la mía, a Dios gracias, ha recibido un temple nada vulgar, no esperen que me humille.".

Capitulo III


Los sacerdotes intentaban aplacarla y que prescindiese de ese rencor tan pronunciado y que acaso con su moderación podría todavía mover el corazón generoso y compasivo del señor virrey Sámano. La Pola sonriéndose irónicamente:

–“¡Generoso y compasivo!, no prevariquen ustedes; nunca puede caber generosidad en los pechos de nuestros opresores; ellos no se aplacarán ni con la sangre de sus víctimas; sus exigencias son todavía más exageradas, y su rencor no tiene límites. Ustedes, que sobreviven, serán testigos de las rencillas que entre ellos mismos van a ocasionarse como en los imperios de Méjico y los incas, por disputarse la presa y ostentar la primacía de crueldad que los distingue. ¡Generoso Sámano y compasivo! ¡Qué horror! ¿Pero ustedes conciben que yo desearía conservar mi vida a cambio de implorarla clemencia de mis verdugos?, no señores, no pretenderé nunca semejante cosa, ni deseo tampoco que se me perdone, porque el cautiverio es todavía más cruel que la misma muerte…”

Por allí pasaba el teniente coronel José María Herrera, americano, jefe de Estado Mayor de la tercera división y al oír las palabras de Policarpa, le dijo a modo de burla:

–Hoy es tigre, mañana será cordero.

A lo que lanzándose la Pola sobre él, en términos que fue preciso que el centinela la contuviese, le dijo enfurecida:

–“Vosotros, viles miserables, medís mi alma por las vuestras; vosotros sois los tigres y en breve seréis corderos; hoy os complacéis con los sufrimientos de vuestras inertes víctimas, y en breve, cuando suene la resurrección de la Patria, os arrastrareis hasta el barro, como los tenéis de costumbre. ¡Tigres, saciaos, si esto es posible, con la sangre mía y de tantos incautos americanos que se han confiado en vuestras promesas! ¡Monstruos del género humano! encended ahora mismo las hogueras de la detestable inquisición; preparad la cama del tormento, y ensayad conmigo si soy capaz de dirigiros una sola mirada de humildad. Honor me haréis, miserables, en poner a mayor prueba mi sufrimiento y mi resolución. ¡Americanos! ¡Herrera! ¡Instrumento ciego y degradado! Que los españoles me injurien, no lo extraño, porque ellos jamás se condolieron ni de la edad, ni del sexo, ni de la virtud; pero que un americano se atreva a denostarnos, apenas es creíble, Quitaos de mi presencia, miserables, y preparaos a festejar la muerte de las víctimas que vais a inmolar; mientras os llega vuestro turno, que no tardará mucho tiempo; sabed que no llevo a la tumba otro pesar que el de no ser testigo de vuestra destrucción, y del eterno restablecimiento de las banderas de la independencia en esta tierra que profanáis con vuestras plantas…”

En medio de este discurso, un oficial llamado Salcedo, dijo a los otros:

–“Una mordaza debe ponérsele a esta infiel, sacrílega, blasfema”;

Y Delgado, le contestó:

–“Una jaula perpetua debiera ser su abrigo si no estuviera condenada a muerte porque no hay duda que ha perdido el juicio y es una loca furiosa”.


Herrera, al retirarse insistió en su locura y como digo quizás con el objeto, los soldados le atribuyesen esa energía de la heroína a la falta de juicio y no a su patriotismo:

–“No hay duda que está loca, loca pérdida” y lo repetía constantemente.

Capitulo IV



Anécdotas casi semejantes a esta ocurrieron durante el día y solo el peso de la noche pudo calmar la rabia de la ilustre Pola para renovarla al dia siguiente, como vamos a verlo.

A las 9:00 de la mañana era la hora señalada para ejecución. Preparado todo, se pusieron en movimiento las víctimas y sus sacrificadores. La Pola rompía la procesión con dos sacerdotes a los lados. A mí me había cabido la segunda fila de la escolta que debía fusilar a esta singular mujer, es decir, que yo no debía ser de los ejecutores, para cuyo logro no fue poco lo que trabajé en la situación en que me hallaba de que se descubriese mi excusa, y se atribuyera a esta algún mal designio que pudiera comprometerme seriamente. Sin entrar en estos detalles, que serían largos y poco importantes, solo diré: que después de muchas dificultades que tuve que vencer para librarme de tan terrible encargo, logre ser excluido a pretexto de que mi fusil no estaba muy corriente, apoyando este argumento con el regalo de cuatro reales que hice al cabo de mi escuadra, que era el discípulo de quien he hablado en otra parte, el cual se ofreció a tirar en mi lugar y así lo cumplió. La Pola se resistía a marchar. Una vez vio al Mayor de Plaza al salir a la luz del sol, gritó con ira a los sacerdotes que la acompañaban:

–“¡Por Dios, ruego que se me fusile aquí mismo si ustedes quieren que mi alma no se pierda! ¿Cómo puedo yo ver con ojos serenos a un americano ejecutor de estos asesinatos? ¡Ay¡ por piedad, no me atormenten por más tiempo con estos terribles espectáculos para un alma tan republicana como es la mía. ¿Por qué no se me quita de una vez la vida? ¿Por qué se aumenta mi tortura en los últimos momentos que me restan, poniendo ante mis ojos estos monstruos de iniquidad, estos imbéciles americanos, estos instrumentos ciegos del exterminio de su patria?...”

capitulo V

Los sacerdotes la amonestaban patéticamente a que sufriese con paciencia estas últimas impresiones con que la providencia quería probar su resignación; que hiciese un esfuerzo generosos para perdonar a sus enemigos y que a imitación del salvador, marchase humildemente hasta el patíbulo y ofreciese a Dios sus sufrimientos en expiación de sus pecados. 


–“Bien, dijo la Pola, observaré los consejos de ustedes en todo, menos en perdonar a los godos; no es posible que yo perdone a nuestros implacables opresores; si una palabra de perdón saliese de mis labios sería dictada por la hipocresía y no por mi corazón. ¿Yo, perdonarlos?, al contrario, los detesto más; conjuro a cuantos me oyen a mi venganza; ¡Venganza compatriotas, y muerte a los tiranos!” 



La Pola marchó con paso firme al patíbulo, y en vez de repetir lo que le decían sus ministros, no hacía sino maldecir a los españoles y encarecer su venganza. Al salir a la plaza y ver el pueblo agolpado para presenciar su sacrificio, exclamo: 



–“¡Pueblo indolente! ¡Cuán diversa sería vuestra suerte si conocieseis el precio de la libertad! Pero no es tarde. Ved que, aunque mujer y joven, me sobra valor para sufrir la muerte y mil muertes más, y no olvidéis este ejemplo…” 



Mayor era el esfuerzo de los sacerdotes en no dejar que estas exhortaciones patrióticas de la Pola fuesen oídas por la multitud, y a la verdad, que no podían ser distinguidas y recogidas sino por los que iban tan inmediatos a ella como yo. Llegada al pie del banquillo volvió otra vez los ojos al pueblo y dijo:


– “¡Miserable pueblo! yo os compadezco; algún día tendréis más dignidad”.

Entonces se le ordenó que se montase sobre la tableta del banquillo porque debía ser fusilada por la espalda como traidora; ella contestó:



– “Ni es propio ni decente en una mujer semejante posición; pero sin montarme, yo daré la espalda si esto es lo que se quiere.” Medio arrodillándose luego sobre el banquillo y presentando la mayor parte de la espalda, se la vendó y aseguró con cuerdas, en cuya actitud recibieron, la muerte ella y sus compañeros. Arcos, compañero de celda de Sabaraín, pronunció al pie del banquillo la siguiente cuarteta: 


14
Postura que tomo la Pola para ser fusilada



No temo la muerte; 

Desprecio la vida; 
Lamento la suerte 
De la patria mía. 


Los nueve cadáveres fueron recogidos, y se expusieron los cadáveres de los varones, mientras el cuerpo de la Pola fue reclamado por los frailes Salavarrietas para darle cristiana sepultura.

Epílogo

7
José Hilario Lopez
Los nueve cadáveres fueron recogidos, y se expusieron los cadáveres de los varones, mientras el cuerpo de la Pola fue reclamado por los frailes Salavarrietas para darle cristiana sepultura. 


Policarpa fue fusilada el 14 de noviembre de 1817, y de esta de esta manera termina mi relato sobre la vida de tan gran heroína, la Pola, no murió ahí, su recuerdo quedo para siempre junto al de otros próceres, ganándose el cariño del pueblo como una de las heroínas más grandes y queridas; y en cuanto a nuestros opresores uno a uno fueron cayendo tal cual como lo predijo la Pola, ya que Bolívar mismo vengo la muerte de estos y muchos patriotas mas, en la batalla del pantano de Vargas, y en la batalla de Boyacá, batallas libradas por el mismo Bolívar, que fueron el gran paso para liberación del pueblo de la Nueva Granada. 

En honor a la heroína Policarpa Salavarrieta se erigió un monumento en la ciudad de Guaduas, y se decreto que el día 26 de enero de 1895 al cumplir el primer centenario del natalicio de la heroína de la independencia nacional, sería fiesta nacional